Calor, hace mucho calor. Son las 11,30, y ya he tenido que bajar las persianas y cerrar
las contraventanas. Ventilador, bendito ventilador.
Yo soy una persona a la que el calor le gusta, me siento
bien, me pone las pilas, el frío me aletarga como a los osos y me pone de mala
leche, pero el cuerpo humano tiene un límite. Este año hemos recuperado la
normalidad de Julio, por mucho que ahora le quieran poner nombres exóticos.
Calor tropical, calor ecuatorial. No, calor de Madrid.
Hemos tenido unos años atípicos de fresquito en Julio, pero
en esta ciudad siempre se han podido freír huevos en el asfalto en el mes de
Julio.
Recuerdo cuando yo era una niña, y el aire acondicionado no era
más que algo que se veía en las pelis y series americanas, y la jornada
continua no existía (en este país). Los que lo pasaban verdaderamente mal, eran
los hombres. Tenían que ir por narices con traje y corbata, a comer a casa a
las 2 y volver al curro a las 4. Con un
calor a la sombra de cuarenta y tantos grados, porque el asfalto se
recalienta. Los únicos que no iban a trabajar por la tarde eran los jefes.
Teniendo en cuenta que el macho ibérico por aquellas fechas estaba claramente
peleado con el agua y el jabón (yo recuerdo haber oído aquello de que el peor
invento de la civilización era el Mohana, que era un gel de baño), y que los
trajes no los regalaban, la mayoría tenían uno o dos como mucho, de verano, y
otro tanto de invierno. Por lo que a las mujeres, a parte del calor les tocaba
sufrir ese olor a rancio, a sudor, a tabaco y a bar. Por aquella época las
fritangas de los bares se pegaban a la ropa como una lapa. Con ese calor no se podía
dormir, y todo el mundo andaba de mala leche todo el día, todos los días.
Así que no os quejéis, vuestros abuelos sí que pasaron calor
en esta ciudad. Ahora tenemos aire acondicionado en todas partes, hasta en el
metro, que aunque estemos en Julio uno tiene que andar con cuidado para no
coger una pulmonía, las señoras llevan una chaqueta en el bolso, para ponerse
en según que sitios. Sales de currar a las tres, llegas a casa y enchufas el
ventilador, duermes la siesta, te despiertas te duchas, y a la calle que ya se
ha ido el sol. A partir de las nueve, los parques, los bancos, las terrazas.
Todo está lleno de gente hablando, riendo, o arreglando el mundo, fresquitos y cómodos.
Soy consciente de que hay gente que sí pasa calor, los que
trabajan en la calle, como los obreros de la construcción y similares, pero los
que se quejan del calor mayoritariamente, son esos a los que me refiero arriba.
Pero de los que nadie se acuerda son esos que no tienen
acceso al aire acondicionado, ni a la duchita, ni a las terracitas y que se
acercan a los parques cuando pueden, por que ahora como hay gente siempre,
molestan. Los Sin techo, ellos sí que pasan calor, frío, hambre....
Os quejáis de vicio.