Hola de nuevo a todos los que seguís mis aportaciones a este blog y mis historias.
Desde el 19 de
octubre, fecha en la que publique la que hasta ahora era la última parte de mi historia reciente, han pasado bastantes cosas. La mayoría de ellas buenas, algunas de
ellas sorprendentes e inesperadas. Pero no vayáis a creer que todo ha sido de color de rosa, también
han habido algunas decepciones, unas esperadas y otras no. También han habido, porque no decirlo, algunos momentos
de incertidumbre, indecisión y desanimo. No obstante, he de reconocer que el
balance de estas últimas semanas ha sido muy positivo, sobre todo si tenemos en
cuenta que aún estoy aprendiendo a caminar de nuevo, aprendiendo a perdonar, aprendiendo a entender mi
nueva situación y mi nueva vida.
Desde estas líneas quiero
dar las gracias a todas las personas que, de una u otra forma, me están apoyando
y ayudando: trabajadores sociales, tanto de Santa María de la Paz como de la Asociación Realidades, los hermanos y compañeros de San Juan de Dios, la gente de Taizé y sobre todo los amigos que aún me quedan e intentan echarme una mano. Son pocos, pero son de los de verdad. De todo corazón, gracias a todos por
vuestra ayuda, vuestra paciencia y vuestra comprensión.
Por fin el día 31 de
octubre cobre por primera vez los 375,50 € de la tan ansiada, deseada y
esperada Renta Mínima de inserción (RMI) y os puedo asegurar que me ha cambiado
la vida. Tras pagar en Santa María de la Paz, todos los meses puedo disponer
para mis gastos y necesidades de 195,50 €. Si tenemos en cuenta que no soy
fumador y que aparte de una cerveza de cuando en cuando tampoco me gusta beber,
os podéis imaginar la tranquilidad y el margen de maniobra que esta cantidad me
ha proporcionado. Pero no todo es una cuestión económica, aun siendo muy
importante, hay otros temas, otros asuntos que de una forma u otra han
contribuido en gran manera a mejorar mi situación y mi percepción de la misma.
Lo que desencadeno
todo fue una rueda de prensa que se celebró en el Colegio de Trabajadores Sociales, con sede en la Gran Vía madrileña. Una mañana que andaba yo por Realidades, me preguntaron
si me importaría acudir a una rueda de prensa y contar mi experiencia en relación con
la RMI, todo ello ante los medios de comunicación que acudiesen a la convocatoria. Sin
pensármelo dos veces conteste que sí y a los pocos días, allí estaba yo, delante
de los medios que habían acudido, contando mi historia. A partir de ahí se me
escucho en la radio, me han hecho varias entrevistas para la prensa digital e
incluso el diario gratuito 20 Minutos se ha hecho eco de esta historia. Una repercusión
que no esperaba, y que la verdad, me ha sorprendido. No se trataba de conseguir
nada para mí, yo ya lo había conseguido, pero creo que de este modo tal vez
pueda ayudar a otras personas que como yo, están en una situación grave de
precariedad. Puede que visibilizando los retrasos y la tardanza en la concesión
de la RMI, la administración tome las medidas necesarias para solucionar esta
situación a todas luces inadmisible y en el futuro, se cumplan los plazos
establecidos por la ley para su concesión y otras personas se beneficien de
ello. Si así fuera, siempre tendré la satisfacción de haber aportado mi granito
de arena. Confiemos en una pronta solución.
Pero aún con ser
importante todo lo que os he contado hasta ahora, nada me ha llegado tanto al
corazón y me ha dado tantos ánimos como los reencuentros que se han producido a raíz
de todo lo anterior. Amigos que creía perdidos o que simplemente no sabían nada
de mi situación, han reaparecido en mi vida interesándose y preocupándose de una forma,
que me ha hecho llorar en más de una ocasión. Reencontrase con amigos que hacía
años, muchos años, demasiados, que no veía y ver como automáticamente me abrían las puertas
de sus casas, como pensaban solamente en ver la forma en que podían ayudarme, sin
juzgarme y condenarme de antemano, ha sido para mí lo mejor de estos últimos
días. Sobre todo si tenemos en cuenta la cantidad de puertas que, los que
decían ser mis amigos, me habían cerrado en mi propia cara cuando les conté lo que me estaba pasando y les pedí a gritos ayuda, cariño y comprensión. A todos estos amigos reencontrados, ellos saben perfectamente quienes son, mil
gracias y una promesa: voy a seguir ahí, no voy a volver a perder el contacto,
entre otras muchas razones porque no os lo merecéis.
Hace unos
días recibí otra sorprendente propuesta, en esta ocasión desde Santa María de
la Paz y mas concrétamente por parte del hermano Juan Antonio: ¿Tendrías inconveniente en dar testimonio de tu experiencia de losúltimos
meses? ¿Te importaría contar parte de tu historia reciente ante una audiencia formada por voluntarios y voluntarias del Complejo Asistencial Benito Menni de las Hermanas Hospitalarias, en Ciempozuelos? Realmente me quede sorprendido y perplejo, como
podéis imaginar fácilmente, pero una vez más, mi respuesta fue afirmativa. De modo
que el pasado sábado 30 de noviembre, con ocasión de la "IX jornada diocesana de pastoral en salud mental", se habló de "nuestros vecinos de la calle" y ante una audiencia no muy numerosa, pero
si muy atenta y receptiva, relate lo mejor que supe y pude mi experiencia vital
de los últimos meses. El objetivo de mi testimonio estaba muy claro, se trataba
de hacer ver a los asistentes que lo que me había ocurrido a mí, le podía pasar a cualquiera, con o sin previo aviso. No es necesario tener problemas previos con el
alcohol, las drogas o el juego. No es necesario tener problemas psicológicos o minusvalías
de ningún tipo. Solo se necesita que ocurra, que la vida de repente, de un giro
inesperado y a tu alrededor todo se derrumbe. Creo sinceramente que lo conseguí,
y al terminar me sentí muy feliz, realmente feliz.
Hasta aquí las cosas
positivas que me han ocurrido. No han sido pocas y os puedo asegurar que me han
hecho crecer como persona y me han ayudado a ver todo con más esperanza y con más
optimismo. En el lado negativo debo poner el silencio de algunas personas y en
especial de la familia. Siguen ausentes, sin dar señales de vida, ni mostrar ningún
tipo de preocupación o interés por mí y mucho menos por mi estado. Quiero e intento ser positivo y trato de
pensar que, tal vez, se deba a que aún no saben cómo actuar. Y lo entiendo, en
situaciones como la que yo he vivido y aún sigo viviendo, el miedo se da en ambas partes, y es que estamos hablando de situaciones que nos desbordan, nos bloquean y que, por inesperadas, no nos
permiten reaccionar como deberíamos. La vida es así, a veces te sonríe y te deja que ganes, otras se te cae a los pies con el peso y el frío de una bola de plomo mientras te escupe a la cara y te obliga a perder. Mientras tanto, seguiré esperando. A veces hay que darle tiempo al tiempo.
En cualquier caso, mi
corazón está abierto y mis brazos preparados y dispuestos para dar un fuerte abrazo
a todos y cada uno de ellos. Sin excepción, sin rencor. Acabamos de estrenar el
Adviento, una época del año perfecta para los reencuentros, el perdón, compartir
nuestras vidas con los seres queridos y soñar juntos. Ojala que sea así.
Mi intención es seguir haciendo las cosas como hasta ahora. Seguro que tendré momentos de debilidad y desanimo. Se que aún me queda mucho camino por andar y muchos asuntos que solucionar, pero también es verdad que ahora tengo la sensación de estar haciéndolo medianamente bien. En cualquier caso, se que voy a contar con apoyos con los que hasta ahora no contaba, y eso es algo que me da fuerzas para seguir adelante y me permite ser optimista, estar esperanzado de cara al futuro.
Desde estas líneas, que
espero hayáis disfrutado tanto como yo mientras las escribía, os deseo a todos
una muy, muy FELIZ NAVIDAD.
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