El desprecio por los desposeídos es tan antiguo como la historia de la humanidad, esclavos, siervos, súbditos, son palabras tan antiguas como la realidad social a la que corresponden, la crueldad del sistema no es un fenómeno importado de otra dimensión, es la herencia cultural que nos legan quienes deciden como han de funcionar las cosas, y en beneficio de quien,
La miseria produce espanto es cierto, pero me resisto a creer que genere odio en quien mira a la víctima, lo que produce horror es verse allí a uno mismo, como no va a producir un miedo visceral ver como a una persona le quitan la vida día a día,
Es frecuente ver a personas dormir en el suelo, es una manera de ejercer una discreta eutanasia practicada por el sistema, no solo mueren sino que previamente se pudren comidos por la fauna bacteriológica del suelo en el que intentan olvidar a lo que han sido condenados; esto no es una fobia, es una decisión de las instituciones del estado,
Hace unos días visite la acampada de la castellana, hablando con sus integrantes, es de admirar la firmeza de sus decisiones asamblearias, la seriedad con la que los responsables de las diversas gestiones cumplen con sus responsabilidades, supervivientes que no interesan a ningún medio de comunicación pero que intentan mantener su dignidad,
Nadie interviene, ni la omnipresente cruz roja, ni la caritativa caritas, el estado solo se hace presente uniformado de azul cuando el alcohol exacerba las patologías, como si padecer una intoxicación alcohólica fuese fruto de una moralidad dudosa,
Se alimentan cuando pueden con las donaciones que hacen las personas que pasan por allí, me decía la persona designada por la asamblea de gestionar el dinero recibido: ……..a esta gente yo tengo que darles el desayuno, tengo que darles la comida y tengo que darles la cena, y tengo que comprar toallas higiénicas para las mujeres que las necesiten, su dignidad me conmovió,
Hace poco tiempo leí en un periódico que nos habíamos gastado medio millón de euros para comprar un coche blindado al monarca y su sequito familiar, convengamos que este país enfermo de tantas fobias, es además un país con leyes aberrantes,
Durruti