Llamar a la prostitución el oficio más antiguo del mundo
es un insulto más a la condición femenina, que oficio es ese que humilla más
que ninguna otra palabra a lo más básico de la condición humana, el derecho a
ser mujer sin pagar tributo o sometimiento por ello,
Mientras consideremos tolerable, y casi normal, que
violar a una mujer mediante pago sea admisible seremos una sociedad mediocre, y
repetiremos ese paradigma en todas las manifestaciones de nuestra ideología;
para el vulgo masculino la palabra puta habla, además de prostitución, de una
descalificación en sí de la mujer en lo más profundo de su esencia, la palabra
puta descalifica también el goce femenino ya que se suele aceptar que una mujer
que goza de su sexualidad es lisa y llanamente una guarra, vocablo mellizo del
termino puta,
La calle Montera, por hablar de nuestro entorno, es uno
de los miles de monumentos no solo a la crueldad masculina, sino también de la
máxima expresión para denigrar a las mujeres, es evidente que cuando la
masculinidad crea, genera y sostiene con su complicidad y pasividad la
prostitución de la mujer, está cometiendo un crimen de lesa humanidad,
El consumidor de prostitución y la cultura que lo ampara
no solo denigra a la mujer que viola, también legaliza para sí mismo la
esclavitud del ser al que dinero mediante somete,
Es evidente que solamente las mujeres podrán erradicar
la prostitución ya que la masculinidad no está dispuesta a cambiar el discurso
que normaliza la esclavitud,