Érase una vez una mujer que vivía en el bosque con sus padres, y recolectaba frutas, verduras, bayas y variantes del bosque, es decir, no gastaba dinero y no había supermercado, por lo cual, no se hacía partícipe del sistema capitalista.
Cuenta el cuento que los padres la mandaron a llevar una cesta de dulces a la abuela, que vivía en mitad del bosque y tenía que ir andando, pues no había carreteras y tampoco coches, al estar en plena naturaleza.
Bueno, fue caminando por el bosque, y llegó a la casa de la abuela, pero en vez de ver a la abuela se encontró con un ogro con dientes de oro.
El tal ogro la propuso ganar dinero, la intentó convencer de que para poder volver a su casa podría coger el autobús, y a cambio de favores, digamos, físicos.
La historia parece ser que si no tienes nada te pueden engañar. No seas tonto o tonta y no te dejes engañar, hay que ser mÁs astuto que el ogro, y no dejarse llevar por el egoísmo, el consumismo y el capitalismo.
Porque al final si se deja llevar por el consumo, cae en la ruleta de la picardía y el engaño, lo cual lleva a espiral del consumismo y el capitalismo.