23 de octubre de 2013

La Comunidad de Taizé

El Hermano Roger


La Comunidad de Taizé

“Pienso que desde mi juventud nunca me ha abandonado la intuición que una vida de comunidad pudiese ser el signo que Dios es amor y solamente amor. Poco a poco surgió en mí la convicción que era esencial crear una comunidad con hombres decididos a dar toda su vida y que buscasen comprenderse y reconciliarse siempre: una comunidad donde la bondad del corazón y la simplicidad estuviesen al centro de todo”
Hermano Roger, Dios sólo puede amar

Hola de nuevo lectores y espero que también amigos,

Hoy os quiero hablar de unas personas muy especiales para mi desde hace unos meses, de unos nuevos amigos con los que me he encontrado hace relativamente poco, en esta complicada andadura que ha supuesto para mí el superar los últimos 18 meses. Unas personas que me han ayudado, y aún siguen haciéndolo, a recuperar las ganas de seguir adelante.

Os hablo de los miembros y simpatizantes de la Comunidad de Taizé, una comunidad monástica cristiana ecuménica, fundada en 1940 por el teólogo suizo Roger Schutz, más conocido como Hermano Roger, en la pequeña localidad de Taizé, Francia.  Unas personas con dos grandes pasiones: Dios y el ser humano. Y siendo así , es fácil imaginar su capacidad de empatízar con aquellos que como yo, hemos estado y aún estamos en serias dificultades. Una cualidad, la empatía, que por desgracia parece brillar por su ausencia en este mundo ajetreado y materialista en el que nos ha tocado vivir. Hay asuntos en nuestras vidas que no podemos cambiar, pasos que no podemos desandar, cosas con las que no nos queda mas remedio que vivir, pero si podemos contar con algo de ayuda y de apoyo,  entonces ese camino sera, con seguridad, mucho mas llevadero. Y ha sido con esa ayuda y ese apoyo como me ha ayudado mi aún reciente experiencia con la Comunidad de Taizé.

Mi historia con la Comunidad de Taizé de Madrid, comenzó un sábado, en Santa María de la Paz, mi actual lugar de residencia, donde acuden algunos miembros de la comunidad los primeros sábados de cada mes para, en comunión con los residentes que quieran asistir, celebrar la oración. Se medita a través de diversos cánticos en idiomas diferentes, seguidos de momentos de silencio y recogimiento y la lectura de textos de la bíblicos y otros textos escritos ex profeso para cada oración. Frases y textos que por supuesto, hablan del amor de Dios y del amor al prójimo. Una forma sencilla de orar, de crear relaciones de amistad, amor y confianza entre los participantes a través de esos momentos de meditación. Creo sinceramente que las personas podemos huir o escondernos de los estragos de la vida durante cierto tiempo, pero al final, la vida siempre nos alcanza. Y es ahora, cuando la vida me ha alcanzado, justo ahora, cuando he encontrado en los momentos de meditación que me brinda la comunidad de Taizé, una paz y una tranquilidad de las que había carecido hasta ahora. Después de cada oración, de cada momento de introspección, me hallo mucho más sereno, mucho más tranquilo, podría decirse que me encuentro en paz conmigo mismo, algo que hacía ya demasiado tiempo no lograba.

Por todo lo anterior es por lo que quería  comentaros, con esta nueva entrada en el Blog de Realidades, mi experiencia personal a lo largo de estos dos meses escasos que llevo asistiendo a estos  momentos de oración. Os puedo asegurar que ha sido más que positiva. Al menos a mí así me lo ha parecido desde la primera vez que asistí. Ese momento de conexión con Dios y con los asistentes, esa paz interior que te llena al terminar, esa serenidad, hacen que cada viernes te acuestes queriendo ser mejor persona. Otra cosa es lo que hagas el sábado al despertar, la vida y sus zancadillas, hacen el camino realmente difícil en muchas ocasiones, pero te aseguro que poco a poco, paso a paso, día a día, se puede ir alcanzando el objetivo marcado. 
Yo desde luego estoy en ello.


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