El tratado comercial
secreto que negocian EE UU y la UE.
Hace tan solo unas semanas ha salido a la luz pública, un preocupante y secreto acuerdo de libre comercio e inversiones entre Europa y EE UU, el Tratado Transatlántico
de Comercio e Inversiones o TTIP de
acuerdo a sus siglas en inglés. Su objetivo es crear un mercado de más de
800.000.000 de consumidores y aunque la Unión Europea ha garantizado a sus
ciudadanos que no se cruzarán determinadas líneas, las voces de alarma han
comenzado a oírse, denunciando que se trata de un “tratado vampiro” o un
“caballo de Troya” que no respetara los derechos sociales y medioambientales
existentes en la actualidad.
El contenido del tratado, de momento es secreto, pero hay
quien asegura que si los términos del mismo salieran a la luz la ciudadanía lo
rechazaría de plano. Y es aquí donde surgen grandes interrogantes: ¿Por qué
tanto secretismo? ¿Por qué los parlamentarios
de los 28 solo pueden acceder a determinadas partes del TTIP en una sala de
lectura cerrada, sin poder sacar los documentos ni fotografías de los mismos?
Estaremos de acuerdo en que como mínimo resulta altamente sospechoso. Además y
por si tanto secretismo no bastara, el tratado comercial deberá ser aceptado en
su totalidad y sin enmiendas por los 28 miembros de la UE, eliminando las
barreras arancelarias y aquellas leyes de protección social, laboral,
medioambiental... que impidan o dificulten el libre comercio la UE y EE UU.
Tras este secretismo hay sin duda elementos importantes de
lo contrario no tendría sentido que los documentos relacionados con las
negociaciones vayan a ser secretos durante 30 años. Algunas voces autorizadas
aseguran que se trata de un acuerdo hecho a medida de las multinacionales,
otras aseguran que acabara dando la puntilla al ya herido estado del bienestar
y otras aseguran que es un chantaje y un secuestro de la soberanía.
Si queréis que os de mi opinión creo que de nuevo los
ciudadanos nos encontramos indefensos ante los intereses del capital y están,
una vez más, intentando engañarnos al ocultarnos que el único propósito del TTIP es proteger
las inversiones de las grandes multinacionales.
La UE ha respondido asegurando que nunca negociará en contra
de las leyes vigentes. El problema es que los enormes interese económicos
existentes, hacen que no confiemos demasiado en estas promesas y que al final
las peores previsiones se cumplan.
Tan solo pondré unos ejemplos que nos podrían afectar a casi
todos: se permitiría el consumo de productos transgénicos, de la carne hormonada o los pollos limpiados
con cloro, desaparecería la obligación de etiquetar los productos e igualmente
las denominaciones de origen.
Estos ejemplos
anteriores son tan solo la punta del iceberg, ya que están igualmente en
peligro derechos del trabajador, y los derechos de representación de los
asalariados, los estándares ahora vigentes de regulación medioambiental, la
libre circulación de personas, la calidad de determinados servicios públicos
como la sanidad.
En
definitiva, se trata de un acuerdo comercial que vulnerará, en caso de llegar a
firmarse, muchos de los derechos de los ciudadanos adquiridos a lo largo del
siglo XX.
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