El juzgado de lo penal numero 1 de Vigo ha condenado a un sinhogar, a una pena de arresto domiciliario. No sé si el juzgado podrá localizarlo en su nuevo domicilio, por que aunque este hombre vive en un cajero automático de la Caixa, se ha tenido que cambiar a otro del BBVA, por que el de la Caixa está en obras. Miguel Ángel, que así se llama el facineroso, ha manifestado que este otro cajero es más incómodo "Siempre es mi último recurso", afirma.
Miguel Mihura, con
esto, nos escribiría una maravillosa obra de teatro: un indigente buscando
un domicilio fijo para poder cumplir su condena. Yo, sin pretender compararme
con él ni con ningún otro dramaturgo, os ofrezco esta sinopsis, fruto de mi
calenturiento cerebro, después del ataque de risa mezclado con indignación que
me entró al enterarme de la noticia.
Primero en la Sucursal
bancaria. Donde el Director de la sucursal le diría:
-No puede ser, usted no tiene la
suficiente categoría. Nuestros facinerosos no se rebajan a robar unos guantes y
una bicicleta, por menos de un par de millones de euros, no le consideramos
digno de permanecer en nuestro establecimiento, además sería contraproducente
para nosotros. Todos esos mindundis que hemos expulsado de sus viviendas,
podrían querer instalarse en nuestras sucursales. Qué horror.
Luego en el Ayuntamiento:
-Por supuesto no hay problema ¿Que nómina
tiene usted? Ya sabe que necesitamos unos ingresos justificados para
adjudicarle alguna de nuestras viviendas sociales ¿Qué usted no tiene ingresos?
¿Y cómo piensa pagarnos? Qué horror.
La Comunidad:
- ¿Qué está usted condenado? Imposible, ni
imputados ni condenados, tenemos el cupo de corruptos completo. Que lo suyo son
unos guantes, unas gafas y una bicicleta. Chorizo que es usted un chorizo. Qué
horror.
El Albergue:
-Aquí no. Nuestros inquilinos no pueden
permanecer 24 horas seguidas en nuestras instalaciones, aquí se viene a dormir,
y por la mañana rapidito a la calle. Imagínese que precedente crearíamos. Una
persona aquí todo el día, podría empezar a cuestionar nuestras instalaciones, y
a lo peor tendríamos que acabar tratando a todo el mundo como a seres humanos.
Qué horror.
Finalmente en casa del juez.
-Buenos días señoría. Vengo a cumplir mi
sentencia ¿En qué habitación me instalo?
País, que diría Forges.
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