20 de enero de 2021

Derecho a la salud, un eufemismo perverso

Por primera vez toda la población del país se ve sometida a la carencia de derechos sanitarios que suele afectar a las personas sin hogar, lo aberrante de las decisiones administrativas que afectan a las personas excluidas de su propia vida y por ende de sus derechos más básicos. 

A pesar de la magnífica entrega del personal sanitario el número de fallecidos sigue cada día adquiriendo características vergonzantes, se ha decidido dejar morir a personas simplemente porque, a criterio de las administraciones públicas y privadas, eran ya muy mayores; cuando la eutanasia aun no era legal el estado abandonaba en las calles a numerosas personas cuyo hogar era un pedazo de acera, algún colchón y unos harapos que hablaban de la cantidad de tiempo que llevaban expuestos a las miradas de quienes circulan cotidianamente en los vehículos de los servicios sociales que a diario transitan por la ciudad de Madrid, personas expuestas a sus enfermedades y a toda la fauna de microbios que habita el suelo que pisamos, efectivamente aquellas personas no estaban condenadas a muerte, estaban condenadas a algo mucho más cruel, a pudrirse.

Los dogmas suelen estar al servicio de los mayores crímenes y atrocidades de la historia, no me refiero únicamente a las guerras, todos sabíamos que las festividades producirían los cadáveres que están alimentando las estadísticas y los que están por venir, pero nadie opto por anular las “fiestas”, proactividad cero y a contar cadáveres, y todo ello porque parece que hay supersticiones impostergables, acaso seremos más proclives a lamentar que a pensar……. consecuencia que demuestra cuán arrodillados estamos ante cuestiones tan superficiales. 

Se suele mirar a una persona en situación de calle desde el prejuicio de que algo habrá hecho para llegar ahí, hoy nos miran a todos con esa misma estúpida soberbia, es la única explicación que le encuentro al absurdo ritmo que imponen las autoridades en la planificación de la campaña de vacunación, y esto me lleva a una visión, un belén repleto de cadáveres. 

Durruti

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