No fue el frio lo que la despertó esa mañana de mediados
de diciembre, se asustó al ver la cabeza de Bimbo a escasos centímetros de su
cara, Bimbo era el perro de Paco, un veterano en las lides de la calle,
Con los ojos ya bien abiertos entendió que lo que
agitaba al animal era una rata husmeando la mochila que usaba de almohada, y de
paso prevenir robos, el grito y las patadas a los cartones despertaron a
Felipe,
Bajo los arcos que circundan la Plaza Mayor pasan las
noches mujeres y hombres que bajo los cartones se ocultan de sí mismos, para
poder dormir, se evaden de la condena
que arrastran a todas horas por todas partes, y tratan de construir aquello que
les es denegado a lo largo del día, algunos instantes de intimidad, al fin
algunos instantes en los que cada cual encuentra la manera de estar a solas
consigo mismo, eso sí, entre cartones,
Produce un cierto alivio pasar del horror de la calle a
unos instantes a solas con tu naturaleza, recién entonces, puedes dormir,
Guardaron los sacos de dormir y se cargaron las mochilas
y el bolso y empezaron a caminar hacia la Gran Vía para después seguir hasta
Alonso Martínez y llegar al comedor para, previa cola y entrega de números,
desayunar, cada mañana Leticia tenia de aquello la misma visión, el recuerdo de
una novela leída en la adolescencia, Los Miserables, aquella cola de tanta
gente desamparada y sin derechos a ser ellos mismos, condenados a ser llamados
por el sistema excluidos sociales, la llevaba siempre al mismo escenario de la
novela, la Corte de los Milagros,
…….bueno vamos, dijo Felipe tras terminar el café con
leche,
…….que si no llegaremos tarde,
…….no, no vamos, contesto Leticia,
…….cómo que no vamos, qué estás diciendo, tienes hora
con tu ginecóloga dentro de cuarenta minutos, y tenemos el tiempo justo hasta
allí,
…….no, no vamos, y no vamos porque me veo incapaz de
soportar la vergüenza de lo que soy en este momento, no tengo tiempo de darme
una ducha en ninguna parte, llevo tres días sin poder
cambiarme de ropa porque toda nuestra ropa está sucia, no quiero ser esa
persona ante nadie, ni siquiera yo me soporto,
Por la tarde, camino de vuelta a la Plaza Mayor Felipe
miraba sin ser visto a su compañera, recordó que a veces pasaban días sin
besarse, alejados entre ellos como de ellos mismos,
Durruti
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