Mucha veces mitifico la infancia como algo idílico, pero cuando reflexionas y recuerdas, valoras aquellos juegos de grupo, el conjunto de amigos con los que igual cazabas lagartijas que jugabas a las canicas o al "rescate", por mí el primero y por todos mis compañeros...
Pues también quedaban ratos de frustración por no ser mejor al jugar fútbol, el mantener la fachada que te permitía la pertenencia al grupo y tantas otras facetas.
En fin la preparación para lo que después se convertiría en autonomía plena y concreción de la personalidad costaba su precio.
Pero quien pudiera poder repetir aquellas etapas.
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