¿Están las mayorías humanas en uso pleno de su razón al acusar como responsables primarios de la crisis contaminativa que padece hoy el planeta, cuando con desvergüenza nada velada elogia, protege y enriquece a artistas o deportistas multimillonarios que generan productos que mantienen millones de televisores encendidos día y noche para el más insustancial de los entretenimientos, que promocionan sin ningún dilema moral productos cuyo plástico masivo acaba contaminando los mares, ríos y valles?
¿Están, tales mayorías, en uso pleno de su razón cuando elogian, protegen y enriquecen a líderes religiosos que predican alegre y conformistamente el "final de los tiempos" poniendo un marcado valor a la vida del mas allá y un marcado desdén a la vida terrena del más acá?
¿Están esas mayorías en uso de una pizca de su razón cuando culpan al profesional de la política y, sin la mayor despreocupación, arrancan metros de papel higiénico para limpiar una pizca de superficie, cuando dejan caer al desagüe litros de agua mientras se miran al espejo o se distraen charlando con un amigo o cuando carecen de la sutileza de poner una lata en la bolsa de metales y un vaso en la bolsa de plásticos?
En un siglo en que conceptos como la libertad, el derecho de la gratuita expresión, la democracia -conceptos altamente cuestionados por las más grandes mentes desde la antigüedad, v.g. Platón, Aristóteles, Hobbes, Maquiavelo, Nietzsche- se han vuelto bases irrebatibles del debate es menester abordar la pregunta sobre el juicio de las masas como una genuina expresión de la razón. Las masas humanas, en todas sus etapas, ha buscado depositarios de la responsabilidad total, culpables cuyo castigo ha eximido de la culpabilidad total, en suma chivos expiatorios. Y el chivo expiatorio de época del siglo XXI lo es el político.
Al que le parezca interesante la idea, o quiera debatirla, que me contacte...
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