2 de diciembre de 2020

Privilegios y otras miserias


Estamos al borde del año 21, transitando el siglo con el mismo número, y sin embargo las semejanzas con épocas medievales son insultantemente manifiestas; en aquellas épocas un siervo era condenado a muerte por matar un venado sin el permiso del rey, aunque fuese para alimentar a su familia, en cambio hace no mucho hubo quien mataba algún elefante para soportar el aburrimiento que le acosaba entre chupito y chupito, estas aberraciones a las que asistimos con tanta permisividad son los vectores que intoxican nuestra sociedad y la convierten en algo peligrosamente similar a lo que acontecía siglos atrás,

Vivimos en una sociedad en la que el sometimiento es ley, una sociedad mutilada psíquicamente por la genuflexión ante  la supervivencia, salarios indignos, legislación laboral a gusto del capital, múltiples insultos a la condición femenina, derechos humanos violados a diario, indefensión ante la crueldad del poder económico cuya máxima diversión es someter al poder político así como al poder judicial, la perversa dialéctica de las diferentes fuerzas políticas para construir día tras día un nuevo capítulo de juego de tronos,

Porque les importaría, a esos que llamamos las autoridades, un desahucio, o cientos de desahucios, porque les importaría la mutilación mental que produce en la infancia una mísera alimentación, porque les importaría la alienación que produce no poder acceder a lo mínimo de tus necesidades porque tu salario denigra tu condición, porque habría de importarles que aspires a tener una vida digna y un techo con todo lo que se necesita tener bajo un techo para que tu vida sea una vida digna, porque habrían de considerar que tienes derecho a gozar de una salud mental que te enriquezca en lo social, porque deberían considerar que la cultura y la educación son la base del capital humanitario,

Evidentemente todas estas preguntas no forman parte de las preocupaciones cotidianas de aquellas y aquellos cuya función es administrar lo social  desde una enfermiza carencia ética, ya que solo les atrae observar su narcisismo ególatra, un ejemplo mayúsculo de esta patología que hemos podido observar estos días es la inauguración de un hospital para encubrir la anorgasmia de su principal protagonista,

Esta es la miseria de los opulentos que con la máxima impudicia arrojan a la calle a miles de personas cuando sanidad recomienda quedarse en casa, trasgredir sus propias leyes muestra a las claras su irresponsabilidad mental, y su profunda miserabilidad,

Es absolutamente necesario que dejemos de comportarnos como siervos del medioevo para poner en el sitio que se merecen a los criminales,

 

Durruti

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