En Realidades se
ha organizado una recogida de firmas para visibilizar la realidad del
sinhogarismo femenino, y pedir que se incorpore la perspectiva de género a la
hora de abordar esta problemática. Y viendo la enorme repercusión que está
teniendo esta iniciativa, me queda claro que a nadie le importa un rábano.
Esta petición habla
de mujeres sin techo y mujeres sin hogar, pidiendo que se aplique la
perspectiva de género para que las estadísticas del sinhogarismo se ajusten mas
a la realidad, y al mismo tiempo que se aplique un poco de lógica elemental a la hora de adaptar
los recursos que existen a las mujeres. En los albergues se facilitan maquinillas y espuma
de afeitar a los hombres pero ¿Dónde están las compresas y los tampones? Esta petición
no es ninguna frivolidad, es higiene básica.
Teniendo en
cuenta que se habla de una problemática nada grata en algunos casos y traumática en la mayoría, que padecemos muchas. Yo, dentro de mi ingenuidad esperaba
que por lo menos las mujeres se solidarizaran con la petición. Los movimientos
feministas que tan activos son en las redes han hecho oídos sordos a esta
petición de firmas, bueno espero que esto sea porque no han tenido acceso al
documento y no porque estén muy ocupadas revisando el machismo en la literatura
del siglo de oro o el sexismo de la publicidad o de algunos programas de televisión.
¿Pero cuál ha sido la reacción de ese sector
de machismo empecinado?
Bueno pues todo
lo que han interpretado del texto es que
somos una panda de feministas representantes del sexismo imperante, que lo único
que pretenden es que se ayude solo a las mujeres.
En un primer momento pensé que debido a la
falta de costumbre de ejercitar ese enorme placer que es la lectura, algunas personas
tienen un gran problema a la hora de interpretar textos, vamos que no saben
leer. Pero no, ese pensamiento viene de la estúpida tendencia que tengo de
justificar a todo el mundo.
Vivimos en una sociedad de mem@s encerrados en parcelas de pensamiento único y
cada vez somos más incapaces a la hora de meternos en la piel del otro.
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