Como todos sabemos Donald era un pato de la época del
blanco y negro, por alguna misteriosa razón o quizás por ser asexuado, carecía
de prole pero la moral de su creador le fabrico tres sobrinos para darle al
relato una visión familiar, también tenía una pareja, evidentemente asexuada
como él, que portaba en el rostro ese rictus de anorgásmica que se ha empotrado, desde los tiempos de los tiempos, en el rostro de nuestra última
catedrática en fobias urbanas.
Make America great again es la apología de aquella América
omnipotente y omnipresente, y Trump es, como cualquier infección epidérmica, la
parte amarilla del grano, la parte visible, volviendo a poner en el escenario
al nazionalismo, apelando a lo más
rancio de la condición humana, la ignorancia.
Ganar las elecciones, en parte, gracias al manoseo del
Big Data por parte de los muchachos de Vladimir augura un entendimiento entre
las dos súper potencias armamentísticas, la gran pregunta es cuándo las armas
del mundo están en manos de dos psicóticos: ¿Dónde esconderse? No hay donde
esconderse cuando dos desequilibrados gestionan sus disensos fálicos acariciando
el botón nuclear.
Donald se propone impulsar la industria armamentística
americana como nunca antes, el principal propósito de la fabricación de armas
es venderlas, y para ello son necesarias guerras.
Vladimir y Donald, además del escenario internacional, también
tienen algunos planes de política interna relativos a colectivos que están en
la mira de un arma muy particular, el poder.
Los exabruptos de
Donald deben ser tomados muy en serio, es un juguete en manos de si mismo, Vladimir
brilla por lo siniestro, hoy han publicado los medios de comunicación que en
Rusia ya no es delito pegar a una mujer, siempre y cuando no sea más de una vez
al año, mueren en aquel país, por violencia de género, 17.000 mujeres al año.
Un millonario es básicamente un delincuente ético al
acumular su fortuna hurtando a sus trabajadores el valor agregado que produce
la plusvalía, y ya sabemos la metamorfosis que produce el ansia de capital, cabe
preguntarse qué pensaría Isidoro del mayordomo de Carlos Slim al verlo masajear
la dermis del anciano con crema hidratante.
Ese tal Trump, a quien nadie esperaba ya está entre
nosotros, aviso a navegantes y sálvese quien pueda, por mi parte solo estas
palabras: fuck you mister president.
Durruti
Totalmente de acuerdo, que pena que el pato Donald fuera mi personaje favorito....
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