Hace un día de perros, y mientras arreglan la ventana de nuestra sala de ordenadores, una compañera nos ha contado su experiencia en el mundo del espectáculo. La verdad es que ha sido muy entretenido.
Cristi España, ese era su nombre artístico, empezó su carrera como cantante a finales de los sesenta, cuando todavía existía aquel famoso carnet del mundo del espectáculo, sin el cual no se podía trabajar, vamos que te hacían un examen para saber si cantabas o no, bueno mejor dicho si les gustabas a los señores del tribunal o no, y sobre todo para saber cual era tu repertorio, porque en aquellos años la censura hacia estragos.
Cristi salio de Isla Cristina con dieciséis años y se fue a Barcelona, y desde aquí os digo que si hoy es una señora con muy buena planta a los dieciséis años debía ser impresionante. Cuando llego a Barcelona lo primero que noto en falta aparte de su familia, fue el agua, porque en Barcelona tenían un agua horrible. Esa muchachita en plena adolescencia que venia de su pueblo, se sintió fascinada en la gran ciudad, esa, donde los señores la regalaban ramos de flores constantemente. En aquella época a los artistas se les estigmatizaba por sistema. La Verdad es que ahora también, aunque sea por otras cosas. En este país el poder nunca se ha llevado bien con el arte.
Con todo y con eso a Cristi le toco una época muy divertida, ella cantaba copla, le tocaron los setenta, buena década para la copla, ademas empezaba la apertura. Después los locos ochenta, que si echáis mano de las hemerotecas veréis que fueron locos en todo el mundo occidental, los noventa, durante todo ese tiempo gano bastante dinero, pero ya se sabe, tanto ganas tanto gastas. Pero bueno esa es otra historia.
Y algo estupendo que le pudo paso a Cristi, y a todos nosotros, es que ese ser lleno de luz y de vida, llamado Pedro Zerolo, estuviera en el mundo al mismo tiempo que nosotros. Por desgracia nos ha dejado. Ya se sabe que la estrella que brilla con el doble de fuerza, se apaga antes.
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