La mayoría de la clase
política española actual no encuentra la manera de hacer
adecuadamente su trabajo, por lo cual en cualquier empleo serian
despedidos. Los políticos están tan sujetos a cumplir con sus
ademanes narcisistas que terminan ridiculizados por su propio
discurso, en ese estado esta el estado, ese tótem que tantos invocan
para enmascarar su intolerancia, su fanatismo o su patriotismo.
Alguna vez el estado tendría que explicar la razón por la cual
tantos políticos se han acostumbrado tanto a los privilegios que
sostiene el dinero publico, pero claro esas explicaciones tendrían
que darlas los políticos, que son la corte del siglo actual. El
estado jerarquiza al sujeto creando organigramas en los que la
obediencia es la ley primera y sagrada. En el estado español viven
en estos momentos 800.000 personas que por no haber nacido en este
territorio se han visto calificadas como ilegales, una de las tantas
consecuencias de esta perversión legal que han de soportar es la
denegación del acceso a la salud. El estado español, como todos los
estados, es victima de la arrogancia, que a veces linda con lo
criminal, de sus decisiones políticas. Eso sucede cuando la ley esta
sometida al poder político así como el poder político esta
sometido al poder financiero, al final todo se transforma en cifras y
el colectivo ha de soportar en carne viva las interpretaciones
onanistas que nos ofrecen desde el decorado del estado sus actores,
los políticos, a eso le llaman macroeconomia. Un gran sector de la
clase política Española sostiene su conservadurismo en un texto del
siglo pasado marcado a fuego por la dictadura, la imposición de un
monarca es casi insignificante comparada con la carga ideológica y
cultural que legaron el autoritarismo y el terror, el terror del
estado. El estado español desatiende por decisión propia, es decir
ideológica, incontables necesidades de los ciudadanos, decide de qué
privarlos, El estado español mientras se mira el ombligo contempla
con cinismo como el treinta por ciento de niños no tiene acceso a
una alimentación adecuada a sus necesidades.
Pero claro el estado
contempla desde el poder los fenómenos sociales y legitimiza sus
abusos dictando leyes, es verdad que esto ya no es la edad media, pero
a menudo se la parece. Abusar de la constitución del 78 para
disimular incapacidades de dialogo es propio de los autoritarios, los
de derechas y los de izquierdas, es parte de la patología legada por
el franquismo y que sigue sostenida por millones de votos en la
actualidad. Podría seguir citando los ejemplos y las anécdotas que
todos conocemos de sobra, podría seguir citando la impudicia del
estado español, todos los días miles y miles de personas soportamos
sus atropellos y vemos con dolor como el estado va a misa para ser
exculpado. En la llamada cuestión catalana, el estado español ni
esta ni se le espera, no tiene competencias éticas, así como tampoco
intelectuales para inmiscuirse en una decisión que no le incumbe, y
que tome nota, a ver si un día comprende que el desorden, es el orden
menos el poder.
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