Imagen de los años 60 del desaparecido palacio de los duques de Medinaceli. Se alzaba, elegante y orgulloso, en la madrileña plaza de Colon. |
El proyecto de Ley de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid no sólo supone un retroceso legislativo sino que implica la pérdida del Patrimonio cultural de todos los ciudadanos. Madrid contraviene las normativas comunitarias ratificadas por España, haciendo prevalecer los intereses económicos sobre la cultura. El texto legal propuesto por el gobierno de la Comunidad de Madrid deja con escasa protección el Patrimonio y supone un retroceso en la protección del Patrimonio Cultural, propiedad de todos los ciudadanos.
Ejemplos muy
recientes, como el palacio de Sueca o la ya demolida casa
blasonada de la calle Embajadores 18, ambos propiedad del Ayuntamiento de Madrid y
abandonados hasta forzar la declaración de ruina y proceder a la venta del
solar, pueden convertirse en algo cotidiano con la aprobación de la nueva ley, lo
que convertiría Madrid en una urbe sin identidad histórica.
Es conocida la escasa
sensibilidad y el poco tacto que ha demostrado a lo largo de la historia el
Ayuntamiento de Madrid. Salvo honrosas y
raras excepciones la norma general a la hora de diseñar la ciudad se ha basado
en un continuo desprecio por el pasado en favor de los intereses económicos y
la especulación y todo ello haciendo gala de la ignorancia más absoluta. Los
desastres urbanísticos en Madrid son continuos. Se olvida el valor histórico de
los edificios que conforman nuestra ciudad, se da la espalda a su pasado, cuando
esta es la única la única manera de entender su presente y preparar su futuro.
Solo conociendo y
respetando la evolución histórica de Madrid, con rigor sin dar preferencia a
los intereses particulares de unos y otros, se podrá mejorar la ciudad de forma
coherente e inteligente, adaptando lo existente a las necesidades del momento,
pero sin que ello implique un continuo desprecio por un patrimonio que debemos
mantener en perfecto para que las futuras generaciones puedan captar el alma y
la historia de este Madrid que algunos tanto amamos.
Todo lo dicho puede
ilustrarse con algunos de los más flagrantes delitos urbanísticos
perpetrados en Madrid en las últimas décadas. Son abundantes los ejemplos
contemporáneos que delatan la absoluta falta de sensibilidad e interés
histórico de Ayuntamiento de Madrid, una carencia que ha conducido a la
situación actual. Una situación que esperemos no empeore.
A continuación, algunas de estas pérdidas: El palacio de los duques de
Medinaceli en la plaza de Colón, demolido en los años 60 y sustituido por
la espantosa, inmensa e impersonal mole del Centro Colón; los mercados de
hierro y vidrio como el de la Cebada
o el de los Mostenses; las Perfumerías
Gal en el barrio de Argüelles; el Hotel Florida
obra de Antonio Palacios en Callao; el palacio del duque de Lerma en la calle de San Bernardo; la demolición
del barrio de Pozas; el continuo
deterioro de la Ciudad Lineal de
Arturo Soria, un barrio imprescindible para entender la historia del urbanismo;
la corrala situada de las calles del
Rosario y San Bernabé; la casa de Iván
de Vargas en pleno casco histórico; el palacio
del marqués de Ustáriz; el histórico frontón Beti Jai, pese a haber logrado cierta protección al figurar en la “lista
roja del patrimonio”... Una lista demasiado extensa.
Hay dos casos muy recientes, uno de ellos el del palacio de Sueca, (plaza del Duque
de Alba, 2) en el distrito Centro. Este edificio, que gozaba de la máxima
protección histórico-artística, fue expropiado por el Ayuntamiento de Madrid en
1999, siendo alcalde Álvarez del Manzano, con el propósito de darle un uso municipal. Originalmente este inmueble del siglo XVIII, fue una escuela para los
hijos de los criados de Carlos III. En 1791, el arquitecto Antonio de Abajo lo transformó
en una casa-palacio para la que fuera esposa del primer ministro de Carlos IV,
Manuel Godoy, la duquesa de Sueca. A partir de 1837, con Isabel II en el trono,
fue el Colegio de Humanidades de Francisco Serra y desde finales del siglo XIX un
cuartel de la Guardia Civil”. Tras la Guerra Civil fue adaptado para su uso
como viviendas particulares.
Era en una de estas viviendas, donde vivía y había
nacido la única inquilina que quedaba, Carmen. Hasta que un aciago día de 1999,
su hogar fue expropiado por el Ayuntamiento. Han pasado ya quince
años desde la expropiación, los seis últimos de pleitos y litigios. Mientras tanto,
el edificio se había ido deteriorando por la falta de mantenimiento y el abandono del
Ayuntamiento, que por fin ha admitido que no solo incumplió, sino que violó la
ley al no preservar un edificio histórico. Carmen, la última inquilina, ya ha
fallecido. Ella siempre se negó a abandonar el edificio en el que sobrevivía
sin agua ni electricidad. Y ahora el Ayuntamiento parece que dispone de vía
libre y finalmente ha decidido el derribo inminente al considerar necesario “declarar
el estado de ruina física inminente parcial del edificio”.
Las últimas noticias,
dejan abierta la puerta a la esperanza: un juzgado de Madrid ha ordenado
paralizar de forma inmediata el derribo del palacio de la duquesa de Sueca. El
juzgado a actuado a instancias de la Fiscalía de Medio Ambiente, que abrió una
investigación contra el Ayuntamiento al considerar que “existen indicios
racionales de que los daños sufridos por el edificio lo han sido como
consecuencia de una falta de conservación y mantenimiento flagrante”. La
Fiscalía considera que pudiera haberse cometido un presunto delito de
prevaricación. Esperemos que en esta
ocasión se haya actuado a tiempo.
El último caso, mucho me temo que desgraciadamente por el momento, es el del Pasaje
del Comercio, cuya decoración del siglo XIX estaba siendo destruida con total impunidad. Este
pasaje comercial, vestigio de otra época, aunque muy modificado a lo largo de su vida, es un perfecto ejemplo de los galerías que florecieron en Madrid a
finales del siglo XIX, siguiendo el ejemplo de otras capitales europeas, como
París, Londres, o Milán. Es el único que sobrevive en la actualidad, junto con
el cercano pasaje Matheu, aunque éste realmente ha pasado a ser una calle peatonal y a cielo abierto. También conocido como Pasaje de Murga, está situado entre las calles de Montera y Tres
Cruces, a la altura del Nº 33 de la primera, y debido a su importancia histórica
y su valor artístico, se encuentra protegido
de forma integral, lo que significa que no es posible intervenir sobre ninguno
de sus elementos arquitectónicos y ornamentales, al margen de las necesarias
labores de mantenimiento y de restauración.
Las obras, que fueron autorizadas
por el Ayuntamiento de Madrid el pasado mes de agosto, en plenas vacaciones
estivales, como “obras de conservación”, se han realizado de forma y manera que
prácticamente, ya no queda rastro de la decoración original. Pilastras,
capiteles, cenefas, molduras, medallones, arquerías ciegas, rejerías... todo,
absolutamente todo, ha sido víctima, una vez más, de la piqueta. Ante las
quejas y las protestas de algunas asociaciones como Madrid, Ciudadanía y Patrimonio el Ayuntamiento de Madrid aunque
tarde, como es su norma y costumbre, ha decretado la paralización de las obras
en la galería. Afirma el Ayuntamiento que, “efectivamente, se estaban destruyendo
elementos artísticos en un edificio que tiene una protección integral”.
A fecha de hoy, la
fachada de la derecha de la galería (entrando desde Montera) tiene un andamio
cubierto con una lona, tras la que aún se pueden ver con dificultad los adornos
y ornamentos que en la fachada de la izquierda ya han desaparecido, sustituidos
por una espantosa y antiestética capa de frío y gris hormigón. Solo ha sobrevivido
un esquinazo de apenas 3 metros de ancho.Los vecinos alegan
que, debido a las obras del intercambiador de Metro y Renfe de la Puerta del
Sol, aparecieron unas grietas en el edificio que Patrimonio les instó a reparar
y se justifican diciendo que “los elementos ornamentales están guardados y a
buen recaudo esperando a ser repuestos, pese a que ya no son los elementos
originales, sino piezas de imitación realizadas en escayola”. Alegan que las
originales ya se han perdido y fueron sustituidas en anteriores rehabilitaciones,
la última de ellas hace unos 25 años. En resumen y desgraciadamente, otra pérdida
más para nuestro Patrimonio Histórico y Cultural.
¿Cuál es realmente la
situación? ¿Qué nos depara el futuro? ¿Continuarán las infracciones contra el
Patrimonio Histórico? ¿Por qué el Ayuntamiento de Madrid permite que hechos
como los antes citados sean tan frecuentes?
Por lo que parece la
situación no es demasiado halagüeña, el Ayuntamiento de Madrid no tiene
prácticamente inspectores recorriendo las calles para supervisar las obras que
se realizan, lo que nos lleva irremediablemente a un nivel de impunidad muy
grave.
Ante la pasividad y la ineficacia de nuestro
Ayuntamiento, creo llegada la hora de los ciudadanos. Nuestro patrimonio
cultural está en constante y grave peligro. Debemos hacer algo urgentemente.
¡¡¡Actuemos!!!
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