Mi nombre es Vicente y soy nuevo en el blog de Realidades. Os voy a contar, por capítulos, cómo ha sido el proceso que me ha convertido en la persona que soy hoy. Ha sido duro, durísimo, pero aquí seguimos.
Diario de un bloguero: 1ª Parte - En caída libre
Desde aquel día de
mayo en que se habían materializado en toda su crudeza mis miedos y por tanto
mis problemas, había podido sentir una debilidad que, lenta pero
inexorablemente, iba en aumento día tras día, apoderándose y controlando sin
posibilidad ni ganas de evitarlo, tanto mi mente como mi cuerpo. Tras varias
semanas viendo como mi vida se iba desmoronando a mí alrededor, había llegado a
estar demasiado cansado para intentar solucionar ninguno de mis problemas, que
no eran pocos. Ni tan siquiera encontraba la fuerza necesaria para pensar en
ellos y tratar de encontrar alguna solución.
Me sentía completamente perdido y
absolutamente vacío, y en esos momentos incluso llegue a pensar que Dios había
decidido mi completa destrucción y por tanto, no merecía la pena luchar contra
los designios tantas veces inescrutables del Señor, de modo que ese y ningún
otro era mi destino final y hacia el me encaminaba sin remedio. Todo estaba
llegando a su fin y tan solo era cuestión de averiguar si la decisión final
estaría en manos Dios o sería yo quien decidiera poner punto y final a una
existencia que ya apenas podía soportar. Era entonces cuando
llegaba a sentirme tan mal, que todo mi cuerpo me dolía de los pies a la cabeza
y parecía decirme: ¡¡¡Basta!!! ¡¡¡Ya es suficiente!!! ¡¡¡Hasta aquí hemos llegado!!!
Paseaba por Madrid,
mi ciudad, como un fantasma, sin levantar los ojos del suelo por vergüenza y
miedo a encontrarme con alguien conocido y las personas con las que me iba
cruzando en mi continuo deambular sin rumbo fijo por esas calles madrileñas de
las que hasta hacía pocas semanas había disfrutado y encontrado llenas de vida
y de alegría, eran también fantasmas, unos fantasmas agresivos y desconocidos
cuyas miradas sentía clavarse en mí a cada paso que daba. Tenía miedo, mucho
miedo, y Dios, en esos días amargos, llego a convertirse en una obsesión para mí. ¿Por
qué se empeñaba con tanto ahínco en destruirme? ¿Por qué a mí?
Y yo seguía culpando a Dios. A Dios, pero también a mis padres y a mis abuelos, a mis "muertecitos"que habían dejado de cuidarme y protegerme desde donde se encontraran tras su muerte tal y como habían hecho hasta pocos meses antes, sin querer reconocer que era yo quien había dejado que los problemas me sobrepasaran sin ser capaz de enfrentarme a ellos para intentar al menos no auto destruirme como estaba dejando que ocurriera. Era más fácil culpar a alguien, que reconocer mi parte de culpa en todo lo que estaba ocurriendo, y culpar a alguien que no podía defenderse no solo era más fácil, sino que también era infinitamente más cómodo y más, mucho más cobarde.
Y yo seguía culpando a Dios. A Dios, pero también a mis padres y a mis abuelos, a mis "muertecitos"que habían dejado de cuidarme y protegerme desde donde se encontraran tras su muerte tal y como habían hecho hasta pocos meses antes, sin querer reconocer que era yo quien había dejado que los problemas me sobrepasaran sin ser capaz de enfrentarme a ellos para intentar al menos no auto destruirme como estaba dejando que ocurriera. Era más fácil culpar a alguien, que reconocer mi parte de culpa en todo lo que estaba ocurriendo, y culpar a alguien que no podía defenderse no solo era más fácil, sino que también era infinitamente más cómodo y más, mucho más cobarde.
Pero aún no había
tocado fondo y lo peor era que ni siquiera podía saber hasta dónde llegaría en
mi descenso, en mi caída hacia el abismo. ¡¡¡Seguía en caída libre!!!
Gracias por compartir tus experiencias con nosotros Vicente, y mucho ánimo!
ResponderEliminarEres un Valiente, por compartir tu vida, por dos cosas: por compartir y rememorar tu dolor y por hacerlo desde la integridad y la humildad.
ResponderEliminarENHORABUENA
Un abrazo
Muchísimas gracias por vuestras palabras de apoyo. Un fuerte abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias por tus letras. Llegan, trasmiten y hacen plantearte muchas cosas.
ResponderEliminarMil gracias por tu comentario. Me alegra saber que mi experiencia puede ayudar a otras personas en situaciones similares.
ResponderEliminar