Hace unos días vi la película Las Invisibles, de Louis
Julien Petit, es una película francesa que narra la situación de diversas
mujeres en estado de desprotección absoluta, que transitan su vida con la
desorientación que producen el absurdo, la crueldad, y la insultante
imbecilidad lingüística de las administraciones públicas a la hora de poner
palabras al exilio que sufre una persona en condiciones de sin lugar,
Las últimas escenas del documental fueron para mí las
más conmovedoras, muestran como a pesar de no tener absolutamente nada – a
duras penas estas personas se tienen a sí mismas, y nada más – logran producir
algo en común que además usufructúan juntos, aunque sea por un breve momento,
Esta metáfora es la que me llevo a la idea que desarrolla
la película que menciono anteriormente, ¿no habrá llegado el momento de
desarrollar un enfoque distinto y buscar el desarrollo de alternativas grupales
además de las opciones individuales?
Evidentemente esta pregunta no va dirigida a las
dependencias del estado ya que está permanentemente sujeto a su mirada
proxeneta, pero si a l@s trabajador@s cuya magnifica generosidad me mantuvo
dignamente vivo durante tres años, cinco meses y veintisiete días,
Resulta grato observar como la elaboración de la tortilla
logra construir, aunque solo sea por unos instantes, un lugar en el que la palabra vuelve a ser vehículo
social, dando fruto a una escena en la que cada cual tiene su lugar,
Hay mucho por reconstruir de una persona que día a día
se extravía de su más íntima subjetividad, y la cirugía plástica no puede
reconstruir una sonrisa, una tortilla si, gracias por haberlo documentado,
Está claro que nos quieren en soledad... Espero que algún día nos tengan en común. Es una estupenda pregunta la que lanzas.
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