Sostienen los cultores de la llamada fiesta taurina que
los valores y la defensa de su abuso están amparados por un discurso histórico
que se llama tradición,
Si nos atenemos estrictamente a esta ecuación podemos
decir que sin importar el calibre de la imbecilidad o de la apología del
maltrato, si se perpetúa en el tiempo adquiere valor de tradición; en algún
pueblo, cuyo nombre se me escapa, tiran a una cabra desde el campanario de la
iglesia, y eso les parece festivo porque es tradición, cosa que impediría el
prior del valle de los caídos ya que se resiste al traslado de los restos de
cerdo me imagino que se resistiría también a la ejecución de la cabra en cuestión,
También es tradición en otros pueblos prender fuego en los
cuernos del toro así como también
inventar fiestas para que caigan al mar, donde seguramente quedara muy claro
para los animales en que consiste el bípedo,
Si extrapolamos las tradiciones a otras culturas podemos
observar que existen países en los que yo podría violar – aunque si no le pego
no sería violación sino abuso, según emana de las sentencias de más de un
tribunal bien ibérico, bien pata negra –
a una niña de doce años y a continuación entablar negociaciones con su padre
para organizar la boda, lo cual me limpiaría de toda conducta delictiva, no muy
lejos de allí, también a orillas del mediterráneo, existe una sociedad en la
que el 92% de las mujeres casadas han sido sometidas a la mutilación genital,
En fin, tradiciones,
Convendría no olvidar tan apresuradamente que durante ocho
siglos todo lo ibérico fue un califato, y que esa cultura de la masculinidad
está aún muy latente, es por ello que en ocasiones al maltrato se le llama
tradición,
Volviendo al ámbito taurino podemos constatar que no hay
mujeres toreras, claro, no hay cojones, ni siquiera bien apretaditos para
lucirlos con el traje de luces,
De dónde surge el axioma que asocia portar testículos con
valentía ¿
Si nos guiamos por esa asociación colectiva entonces
podemos sostener que las mujeres son, en esencia, cobardes ¿
Lo aberrante de este posicionamiento es el festejo y la
apología de la ignorancia y también muestra a las claras la profundidad
patológica con la que la sociedad, masivamente aun hoy, edifica altares que
reverencian la mediocridad de lo masculino,
Los desfiles militares también están basados en una
exhibición de la superioridad masculina, ya que esa suele ser la dinámica
imperante para resolver la mayoría de los conflictos desde lo más remoto de los
tiempos hasta las armas de destrucción masiva, en la famosa foto de las Azores
fue muy evidente el goce que proporciona tenerla más grande que otros,
Decía Jacques Lacan – atrevido en su interpretación
clínica – con el sostén de numerosos seminarios a su espalda, que el falo es
algo que nos es otorgado por el otro, por el deseo por el otro, según esta
línea podemos preguntarnos porque hay tantos hombres victimas de su sensación
cotidiana de castración, porque tanto exhibicionismo testicular sosteniendo
tantas tradiciones,
Aux armes citoyennes, formez vos bataillons…….
Durruti
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