No es una reflexión sarcástica, ni siquiera humorística,
es en realidad una profunda interpretación de como nuestras palabras nos hacen
ser lo que somos, sujetos hablados por su propia subjetividad, creo que esta
mirada es tan válida para el discurso individual como para el discurso
colectivo,
En el discurso individual allá cada cual con sus
encuentros, pero en el discurso social nos posiciona como sociedad, no produce
los mismos efectos una persona posicionada que una sociedad posicionada; frente
a los delitos en los que habría supuestamente incurrido el borbón padre surge
la palabra inviolabilidad, que al parecer significa jurídicamente que a este
individuo no le se podrá imputar conducta alguna que haya tenido a lo largo de
su “ reinado” por el simple hecho de haber llegado a esa posición de la mano de
los espermatozoides de su padre y de una banda de fascistas criminales,
A nadie se le ocurre pensar, aunque reconozco que a mi si,
que por su comportamiento miserable se le podría encerrar en un portal durante
18 minutos con los 5 cerdos de la manada, en realidad que esa persona sea
inviolable viola todos los derechos de los habitantes de este país que tan
grande abre la boca cuando habla de sí mismo, y además los descalifica,
Permitir que los términos usados por la ley menosprecien a
una sociedad conlleva un atropello por parte de quienes ostentan el poder y una
peligrosa pasividad por una gran parte del discurso social, partiendo de esta
base no sorprende la lingüística usada masivamente sin prestar ya atención a la
manera de nombrar y la significancia que arrastran los contenidos, resulta
entonces más usual decir persona sin hogar que persona expulsada de su vida lo
cual requeriría prestar más atención a algunos detalles, también es habitual
decir renta mínima de inserción – que de por sí ya es sarcasmo puro – que decir
renta de inserción mínima, es decir imposible, cotidianamente también decimos
desahucio para nombrar la violación de un derecho constitucional, por ultimo como
señalaba un periodista de Infolibre, no es lo mismo cuando algo es cojonudo que
cuando algo es un coñazo,
Estaría bien que empezáramos a responsabilizarnos de
nuestras palabras, en lo individual y en lo social porque uno de los destinos
de las palabras es educar, y como todos sabemos
no se puede olvidar lo que no se recuerda,
Durruti
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por tu comentario! Aparecerá dentro de poco publicado