22 de marzo de 2018

Participación


Desde varios años atrás una pregunta me enervaba, evidentemente por no hallar respuesta alguna, a menudo se me manifestaba a raíz de alguna cuestión cotidiana transcurrida en alguno de los recursos, para personas en situación de exclusión, por los que tránsito desde hace tres años dos meses y tres días,

¿Por qué es tan complicado construir una mirada colectiva que convoque a la participación, por qué queda decapitada la responsabilidad por la consciencia colectiva, por qué ese egoísmo intelectual del individualismo, por qué la supervivencia nos ata de tal manera que nos convierte en un síntoma?

Hace unos días escribí unos comentarios relativos a un trabajo de EAPN Madrid sobre la participación sin darme cuenta de que esos comentarios eran mi respuesta a mi pregunta, atribuyo ese destiempo a esa sensación de jet-lag psíquico propia de toda marginalidad, 

No es lo social quien excluye al sujeto en situación de marginalidad, es el estado quien margina a través de sus políticas, y también el sujeto mismo contribuye, evidentemente sin estar plenamente consciente de ello, a excluirse de lo social, ya que desde la perspectiva de lo que llamamos la exclusión, la vida social es inabordable en la mayoría de sus facetas,

Poco a poco, de manera casi imperceptible, se van evaporando todas las referencias de la situación anterior a la nada, se van perdiendo nociones, significantes, lo cual termina arrojando a la persona lejos de todo aquello que no pase por los diversos cauces de esta tiránica condición marginal, es algo así como  un auto abandono y se empieza a tener una percepción marginal de lo social, lo cual evidentemente construye el camino hacia ninguna parte,

El termino sin hogar refleja más bien poco de esa situación, tener un hogar es muy simple, siempre y cuando se tenga un lugar en el que construir esa sensación de hogar,

Tener un lugar significa poder gestionar tus propias decisiones, aciertos y errores, es por ello que creo que antes de convocar a la participación sería necesario crear espacios que puedan contener las enormes dolencias que se instalan en la cotidianeidad del sujeto, espacios donde trabajar los desequilibrios que acosan a la salud mental de toda persona que ha perdido todas las referencias de la vida social y sobre todo, de su propia existencia,

Es necesario para poder llegar a la reflexión y al compromiso de la participación recuperar el equilibrio, desde ninguna parte nadie puede comprometerse a nada, nadie puede evaluar la riqueza que conlleva la participación si no tiene otro punto de partida que los síntomas que le acosan,

Durruti


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