Se despertó, bostezó, se desperezó, como cada mañana y paró el despertador, antes de que sonara, como cada mañana.
El día prometía ser largo, aburrido y tedioso, como todos los dias.
Se puso el batín que había heredado de padre y se calzó las zapatillas de madre, fallecida ya hacía tres meses, y que él con tanto mimo, había
cuidado hasta el fin de sus días.
Puso la cafetera a la lumbre, como todos los días y se dispuso a ducharse, como todos los días.
Se miró en el espejo, pero como todos los días, no vió nada.
Luis
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