Poder opinar, contar la propia historia o cuestionar lo establecido es una forma de recuperar dignidad. Cuando una persona sin hogar tiene un espacio seguro para hablar, se apropia de su palabra y deja de ser reducida a un problema social.
Nuestras palabras son un acto de resistencia, un recordatorio de que la ciudadanía empieza por ser escuchada. Fomentar la libre opinión beneficia a quienes están en la calle, enriquece al conjunto de la sociedad.
hay que aprender a mirarse sin excluir.
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