El jueves tuvo lugar la última sesión del blog de
Realidades en el local que la asociación tiene en la madrileña calle Cáceres.
Tanto Patricia Costa como quien escribe encontramos en esta clase desde hace
meses una posibilidad para explicar lo que sabemos sobre Internet, la
comunicación y el mundo del periodismo. A veces, dentro de tu propia profesión
no te permiten proyectar lo que llevas dentro para beneficio personal y
profesional de quien lleva las riendas de cualquier medio. Toda una pena. Quizá,
al menos en mi caso, éste fue un punto de partida que ha desembocado en un
aprendizaje brutal por nuestra parte debido al enriquecimiento vital provocado
por nuestros encuentros con José María, Luis, Ángel, Theodor (ha vuelto para
alegría colectiva) o el recién llegado Antonio.
Ellos decidieron un buen día que querían aprender a
manejarse con Internet, aunque no tuviesen ni idea de ordenadores o les costase
cumplir con la ortografía. Pensaron que sería un buen entretenimiento para contar sus historias, esos pensamientos sobre lo que sucede a su
alrededor y en sus propias vidas, tan intensas y cercanas como nuestras propias
inquietudes. Están luchando por salir adelante y, dotados de una sensibilidad
infinita, han mostrado una mejoría enorme desde que todo empezó con aquellas
miradas iniciales de desconocimiento mutuo. Cada vez que nos vemos, surgen las
risas, las actualizaciones de cómo nos van las cosas y combinamos de forma
natural el cachondeo propio de un grupo de amigos con la seriedad de quienes
forman parte de un proceso didáctico.
Ya no somos profesores y alumnos. Somos un grupos de personas que ha decidido unir sus destinos durante el tiempo que haga falta para canalizar esa idea de que el día a día puede ser muy duro y actúa con gran desprecio hacia quienes menos lo merecen, pero estamos dispuestos a ponerle una sonrisa, a caminar con fuerza hasta sentir algún día esa sensación tan gratificante que algunos llaman felicidad...
Ya no somos profesores y alumnos. Somos un grupos de personas que ha decidido unir sus destinos durante el tiempo que haga falta para canalizar esa idea de que el día a día puede ser muy duro y actúa con gran desprecio hacia quienes menos lo merecen, pero estamos dispuestos a ponerle una sonrisa, a caminar con fuerza hasta sentir algún día esa sensación tan gratificante que algunos llaman felicidad...
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